Editorial: Amanuta
Autor: Francisco Jiménez
Ilustradora: Paloma Valdivia
Año: 2007
País: Santiago, Chile
Francisco Jimenéz y
Paloma Valdivia construyen este hermoso relato “La niña Violeta”. Con un
lenguaje sutil y colores cálidos que se complementan con los sólidos,
clasificándose como un libro ilustrado. Como dice Shulevitz (2005), estas
ilustraciones funcionan solo como un acompañamiento de las narraciones de la vida de Violeta, pero aun así se debe destacar estas imágenes, ya que amplifica
la construcción de la historia.
Esta historia narra los
sucesos que vive Violeta Parra, la cual comienza con su nacimiento, en el sur
de Chile. Debido a que su familia creció rodeada por la música, desde pequeña
se interesó por practicar la guitarra. Un día, después de un trágico suceso que
le cambió la vida, su familia cayó en una gran pobreza. Esta situación la llevó
a encontrar su verdadero don, el cual la ayudaría a recuperarse de cada caída.
En realidad, no le fue bien desde el principio, se veía un futuro incierto,
pero ella no se rindió. ¿Pero cómo Violeta llegó a ser una gran artista e
importante referente chilena?
Es recomendable, en
primer lugar, por su lenguaje, ya que por el vocabulario y el uso de las
palabras, como indica Munita (2010) no por su naturaleza infantil tiene que ser
un texto simple, poco estético e insulso. Lo anterior se puede ver en cómo el
autor retrata los sentimientos de Violeta a través de un lenguaje poético: “La
Violeta está devastada y para acallar su llanto se sumerge en las profundidades
del mar. Lentamente, un grupo de sirenas y peces se acercan para consolarla.
Con sus caricias van secando sus lágrimas y con sus susurros le infunden
valor.” (p.27)
En segundo lugar, el
diálogo, aunque es mínimo en este cuento, es muy importante para el desarrollo
de la obra. Como dice Colomer (1999), un diálogo presente ayuda a los lectores
menores a que puedan entender con mejor facilidad toda la información de las
acciones realizadas por el personaje sin prolongarse innecesariamente. Esto se
identifica en una de las pocas veces que se utiliza este recurso, cuando su
primer esposo compara el cariño hacia él y la música, terminando por dejarla
debido a su incondicional amor por las composiciones.
En tercer lugar, se
encuentra una gran colaboración entre imagen y texto, ya que estas
ilustraciones favorecen al niñe porque de alguna forma hace más comprensible y entendible
las características del personaje y acciones, complementándolo con el formato
del libro cuadrado. Como dice Colomer (1999), este formato ayuda a que el texto
e imagen tenga una buena calidad y concentración en los detalles de las
ilustraciones. Esto se puede observar en los dibujos, por ejemplo cuando
Violeta pasa por algún momento melancólico es retratada con pequeñas manchas
debajo de sus ojos.
Por último lugar, el
desenlace. Según Colomer (1999), este elemento es primordial para la valoración
de los relatos, debido a que este mismo debe producir una respuesta emocional.
En este caso no es una reacción de alegría, sino todo lo contrario,
evidenciando que el cansancio y la tristeza forman parte de la vida, llevándola
a la muerte.
La niña Violeta está
recomendada a partir de los 8 años en conjunto con un adulto mediador, para así
ser una lectura comprendida y disfrutada, puesto que es una biografía narrada
que habla sobre temas que pueden ser sensibles para algunas personas. Este
relato es ideal para leer sobre un personaje cultural, especialmente ahora en
pandemia.
Autoras de la reseña: Nicole Berríos, Constanza Farfán y Nibot Pastén.